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sábado, 11 de abril de 2020

Li Jiang



El río Li es una vía de acceso privilegiada a un paisaje natural realmente extraordinario formado por una sucesión harmoniosa de montañas ondulantes, con pronunciados peñascos e infinidad de cuevas y grutas (como la que pudimos visitar, la cueva de las flautas de caña).

Pudimos navegar un tramo de casi 80km, desde Guilin a Yangshou, desde donde regresamos ya por carretera. Yangshou no deja de ser también una parada interesante. De hecho tiene pinta de haber sido un rincón encantador, aunque se le ve sucumbir al proceso alienante del turismo.

Esta zona del río Li merecería la pena ser explorada sin prisas. En mi caso: con tiempo y trípode. De hecho, es el lugar para captar la famosa pesca con cormorán (y no el remedo circense con el que me tuve que conformar en Guilin). Desde uno más de la interminable procesión de barcos (más de 40 barcos conté en el que convoy de aquella mañana), en pausada procesión por el río, resulta difícil apreciar toda la belleza de este paraje. Y, menos posible aún, tomar una imagen, ni siquiera destacable, tan solo representativa.
Al final: un paisaje que se transformaría con la baja velocidad y el atardecer, mal capturado en movimiento, desde una cubierta demasiado elevada.






El lago de Guilin







Justo frente a las pagodas del sol y de la luna arranca un paseo por el lago Shan Hu.
Y de nuevo, las luces. Siempre las luces, ... hasta la extenuación de las pupilas.
En mitad del recorrido por el lago hay una pequeña exhibición de la pesca con cormorán, una forma tradicional de pesca en la se emplean a estos pájaros para capturar los peces.
Todo chillón y estridente. Y bastante falso. Innecesariamente falso, añadiría, con las barcas de un verde neón luminiscente que abrasan el sensor de la cámara y deja al pescador en una penumbra de ISO escandaloso. El reto no es ya equilibrar este desajuste; el verdadero reto es evitar los reflejos en el agua y las luces de fondo que complican aún más la escena.






Al final, un reto imposible.
El consumo masivo de este tipo de experiencias es lo que depara: una escenografía, más o menos acertada, preparada para el consumo en hordas. Y aun hay que dar gracias por que el "pajarraco" fuera auténtico (y no un animatrón, que es como lo habrían resuelto Disney), y que pescara, y que llevara el cuello anidado para no engullir a la presa y que el pescador se la robase directamente del pescuezo. El problema es la escenografía.
Por tanto ... consuelo y paciencia de turista: el que quiera autenticidad, que viaje largo y ligero.





















miércoles, 8 de abril de 2020

Riyue Shuangta



Las pagodas del sol y la luna, en el lago de Shanhu, en el corazón de la ciudad de Guilin.
Allí, reflejadas sobre la superficie de las aguas del lago, las dos pagodas resultan como mínimo emotivas. La pagoda del sol es la que se ve de color dorado - de hecho, toda ella es de bronce; de plata luce la luna. El sol tiene 41 metros de altura y 9 plantas; 35 metros y 7 plantas, la adyacente luna. A la luz del día, el conjunto es bello y armonioso. Con la llegada del crepúsculo, conforme la iluminación gana protagonismo, resulta un espectáculo conmovedor. Algo desentonan los colores chillones de las luces que marcan la orilla del lago, pero, aun así, el protagonismo monolítico de las  dos pagodas y de su imagen reflejada cautiva e hipnotiza.











Guilin - Zhengyang



A diferencia de la impresión que nos quedó en Chengdu, Guilin parece tener muchísimo más que ofrecer. Seguramente tiene que ver con la actitud, implicación y vocación, de los guías locales. Y en Guilin tuvimos mucha suerte. A la espera de los platos fuertes de Guilin (sol y luna; y los mejores paisajes de China), el paseo por Zhengyang nos llevó por algunas zonas de buena comida callejera. Las ostras me resultaron especialmente gratificantes: bien cocinadas y con un aliño muy interesante. Todo lo demás, quizás no resultaba tan apetitoso para un escrupuloso gusto occidental. Aunque me tento, y lo hizo en numerosas ocasiones, no fui capaz de meterme un escorpión en la boca (y eso que esa pequeña bestia era de lo que más apetitoso me parecía).








domingo, 29 de marzo de 2020

Guilin - Cueva flautas de caña



Una sorpresa inesperada en Guilin: la cueva de "flautas de caña".
Siempre es difícil comparar. Hay muchas cuevas y cada una tiene su propia personalidad. Resulta difícil decidir "cual es mejor". Probablemente la respuesta es disfrutar de cada una de ellas y dejarse de elucubraciones innecesarias.

La cueva es bella, con increíbles estalactitas (top-down) y estalagmita (bottom-up). La iluminación es un plus; sucede, sin embargo, que a estas alturas del viaje a China empezamos a estar "curados de espanto". La iluminación, de nuevo y una vez más, es excesiva como poco. Eficaz, sí. Pero excesiva.