Justo frente a las pagodas del sol y de la luna arranca un paseo por el lago Shan Hu.
Y de nuevo, las luces. Siempre las luces, ... hasta la extenuación de las pupilas.
En mitad del recorrido por el lago hay una pequeña exhibición de la pesca con cormorán, una forma tradicional de pesca en la se emplean a estos pájaros para capturar los peces.
Todo chillón y estridente. Y bastante falso. Innecesariamente falso, añadiría, con las barcas de un verde neón luminiscente que abrasan el sensor de la cámara y deja al pescador en una penumbra de ISO escandaloso. El reto no es ya equilibrar este desajuste; el verdadero reto es evitar los reflejos en el agua y las luces de fondo que complican aún más la escena.
Todo chillón y estridente. Y bastante falso. Innecesariamente falso, añadiría, con las barcas de un verde neón luminiscente que abrasan el sensor de la cámara y deja al pescador en una penumbra de ISO escandaloso. El reto no es ya equilibrar este desajuste; el verdadero reto es evitar los reflejos en el agua y las luces de fondo que complican aún más la escena.
Al final, un reto imposible.
El consumo masivo de este tipo de experiencias es lo que depara: una escenografía, más o menos acertada, preparada para el consumo en hordas. Y aun hay que dar gracias por que el "pajarraco" fuera auténtico (y no un animatrón, que es como lo habrían resuelto Disney), y que pescara, y que llevara el cuello anidado para no engullir a la presa y que el pescador se la robase directamente del pescuezo. El problema es la escenografía.
Por tanto ... consuelo y paciencia de turista: el que quiera autenticidad, que viaje largo y ligero.