miércoles, 10 de septiembre de 2025

Templo Phước Kiến



El templo Phước Kiến es uno de los lugares más singulares de Hoi An. Originalmente fue fundado por comerciantes de la provincia china de Fujian en el siglo XVII, cuando Hoi An era un puerto abierto al comercio internacional. Desde fuera ya se nota la diferencia con las pagodas vietnamitas: el arco de entrada tiene dragones de cerámica que parecen enroscados en llamas verdes y rojas, y el tejado se curva con figuras mitológicas que vigilan al visitante.

El templo está dedicado a Thiên Hậu, la diosa del mar, protectora de marineros y comerciantes, algo muy lógico en una ciudad que vivía del puerto. En el altar central siempre hay ofrendas frescas y un humo espeso que convierte el aire en una especie de velo. Ese humo viene de los grandes espirales de incienso que cuelgan del techo, algunos de un metro de diámetro, que pueden arder durante semanas.

La costumbre más llamativa aquí es la de escribir un deseo en una pequeña tarjeta roja, que se ata en el centro de uno de esos espirales de incienso. Al hacerlo, se cree que el mensaje asciende lentamente con el humo hacia la divinidad, como si el aire se convirtiera en un correo celestial. No se trata de grandes plegarias solemnes, muchas veces son cosas simples: salud para la familia, suerte en un negocio, encontrar pareja o incluso pasar un examen. Lo interesante es la materialidad del ritual: no basta con pensar el deseo, hay que escribirlo, colgarlo y dejar que el fuego lo consuma poco a poco.

Ese gesto recuerda que las culturas asiáticas no separan tanto lo espiritual de lo cotidiano. Un estudiante o un comerciante dejan allí sus preocupaciones junto al marinero que pedía no naufragar hace 300 años. El templo es, en ese sentido, un archivo colectivo de esperanzas, donde cada espiral ardiente lleva dentro un trozo de vida humana convertido en humo.