domingo, 31 de agosto de 2025

Halong al amanecer

 

El amanecer en la bahía de Halong me obligó a no parpadear. Tenía la sensación de que si dejaba de mirar, aunque fuera un segundo, algo se me escaparía para siempre. El cielo era un teatro en constante movimiento: nubes gruesas que se abrían y cerraban como telones, destellos que aparecían y desaparecían sobre el agua, islotes que cambiaban de carácter según la luz que los rozaba. Nada se repetía, todo era tránsito.
A lo lejos, los barcos marcaban la presencia humana, casi como miniaturas flotantes en un paisaje que los desborda. Pero en la cubierta, apenas tres personas en silencio. Ese vacío inesperado permitía que la bahía, pese a su explotación turística evidente, recuperara algo de autenticidad: el privilegio de contemplar sin ruido, de escuchar solo el agua quieta y los primeros sonidos del día.
Y de repente la vida cobra sentido.

8 de agosto de 2025.
Feliz cumpleaños, Javier. 
Llamadme Jacob.