Las imágenes pertenecen a una de las muchas y espectaculares dependencias que esconden las entrañas de la Masia Bach, en Sant Esteve Sesrovires, a pocos quilómetros de Barcelona.
Sorprenden las dimensiones del volumen cavernario, inverosímilmente escondido bajo las hechuras eclécticas pero elegantes del palacete central de la masía Por debajo del encanto novecentista, se abre inesperado un impresionante entramado inabarcable de salas conectadas por galerías y pasadizos.
La que hemos escogido para realizar estas imágenes de ensayo es la antigua cuadra (al menos así nos la han referido): la nave 183; y la hemos escogido por sus dimensiones, por el mohoso estado de las paredes, ... y por la escalera, que en la pared del fondo, conduce hacia una apertura por la que se inmiscuyen escasos rayos de luz tamizada de colores.
Solo por la escalera ... ya merece la pena la estancia.
En la veintena o treintena mal contada de metros de la sala hemos permanecido casi cuatro horas tomando imágenes. Charlando de fotografía, comentando nuestros ajustes ... e intentando desvelar la quintaesencia del lugar, parapetada en algún punto entre la magnitud del volumen, la textura de las superficies y los colores de la luz filtrada.
Para mi, el principal reto ha sido la luz.
He tenido que jugar con la luz ambiente, resultado de la luz (fría) del día, apenas rebotada en las negras paredes; combinada, a veces, con la cálida iluminación de las bombillas de filamento incandescente; y el relleno, según la ocasión, de una pareja de flashes cuya posición e intensidad se han ido variando a lo largo de toda la sesión.
En la última galería he puesto a prueba las virtudes del Canon 85 f/1.8; y no me ha defraudado. A f/1.8 la nitidez de la escasa zona enfocada es reseñable (como atestigua la pared de la izquierda) ... y a f/11 resultaría imposible enumerar sus virtudes. La combinación 50mm f/1.4 y 85mm f/1.8 (tal vez algún día completada por un veintitantos o un diecialgo) son un LIGERO equipo de ensueño ("on a budget").
