Primero curioso, luego perplejo |
No hay que ser Hanníbal Lecter para comprender cómo funciona esto.
Codiciamos lo que vemos cada día.
La vida bulliciosa, después de pasar por el objetivo mediocre, se torna frecuentemente muda. Poco importa la intensidad y el apego con que guardemos el eco remanente de la escena en nuestra propia memoria, en demasiadas ocasiones la expectativa de una imagen grandilocuente se nos presenta, antes y después del procesado, muda, silente. Muerta.
El silencio de los pixels es una tragedia frecuente que exorciza la fatua asunción de que la ratio de mil palabras por imagen sea un atributo intrínseco y automático. No, tanta expresividad no es un derecho adquirido. La cotización es el resultado del buen hacer y del talento de unos pocos que han tenido y tienen la capacidad de producir oratoria fotográfica sistemática y consistentemente; y que, para mayor escarnio, han sembrado nuestro imaginario colectivo con iconos fotográficos acreedores de justo reconocimiento a su grandilocuencia.
Por debajo de la élite ... estamos el resto:
El personaje que traigo hoy, el señor de la luenga barba blanca, era una clara disonancia entre la variada fauna que puebla la llanura y el altiplano del CCCB. Cada interacción era una historia completa excitada por el anacronismo de su indumentaria. Intentando no distorsionar lo que sucedía a su alrededor, opté por la distancia y la discreción: una veintena de metros y el parapeto de un bicing: ¿Éxito asegurado? Mucho me temo que no.El silencio de los pixels es una tragedia frecuente que exorciza la fatua asunción de que la ratio de mil palabras por imagen sea un atributo intrínseco y automático. No, tanta expresividad no es un derecho adquirido. La cotización es el resultado del buen hacer y del talento de unos pocos que han tenido y tienen la capacidad de producir oratoria fotográfica sistemática y consistentemente; y que, para mayor escarnio, han sembrado nuestro imaginario colectivo con iconos fotográficos acreedores de justo reconocimiento a su grandilocuencia.
Cortés ..., |
Por ejemplo, la interacción con la pareja de la primera imagen, vista en directo, resultó particularmente expresiva. Después, con las imágenes en Lightroom, todas parecían mudas, insustanciales. He tenido que recurrir a mis "multillizos" para acercar, al menos, una pincelada de la narración ... un párrafo de cien palabras, remedo escaso de las mil que todos deberíamos plantearnos como objetivo.