El humo purificador |
El sacerdote budista Ganjin pudo ser quien introdujera en Japón el incienso hacia el año 754 d.C.; el incienso aligera la carga de los pensamientos obsesivos, abre la mente y concita la paz y la tranquilidad. Por esta razón, a la entrada de los templos un pebetero permite a los visitantes zambullirse en el humo purificador.