Las tumbas más escondidas de Okunoin |
Un puente franquea el paso al cementerio.
Al cementerio se accede atravesando un puente y, posteriormente, entrando en un bosque de magníficos cedros. A lo impresionante del lugar, en un silencio que no puede si no ser tildado de sagrado, se le unió la luz filtrada del atardecer. La experiencia se hizo inmediatamente inolvidable.
Las imágenes que nacen al aventurarnos más allá de la ruta principal, entre las tumbas más recónditas, de piedra erosionada y cubiertas de musgo, es un recuerdo que permanecerá realmente para siempre.
Siguiendo el camino, hacia el interior del cementerio, se llega a otro puente, el llamado Gobyo no Hashi que nos da acceso a una zona aún más sagrada del recinto. A partir de este punto se acaban las fotografías, pero no termina la experiencia. Más adelante nos encontramos con el pabellón de las lámparas (Toro-do), último edificio antes de llegar al centro mismo del cementerio, donde descansa eternamente Kukai.
Las imágenes que nacen al aventurarnos más allá de la ruta principal, entre las tumbas más recónditas, de piedra erosionada y cubiertas de musgo, es un recuerdo que permanecerá realmente para siempre.
Siguiendo el camino, hacia el interior del cementerio, se llega a otro puente, el llamado Gobyo no Hashi que nos da acceso a una zona aún más sagrada del recinto. A partir de este punto se acaban las fotografías, pero no termina la experiencia. Más adelante nos encontramos con el pabellón de las lámparas (Toro-do), último edificio antes de llegar al centro mismo del cementerio, donde descansa eternamente Kukai.